¿Sabes? Sí, lo confieso, soñaba con ser la princesa de los cabellos de oro y los labios con sabor de fresa y color de rosas... pero me di cuenta que quizás, sino quiero, no tengo que ser una princesa como todas las demás... No, yo soy esa princesa arrogante, mandona, niña, juguetona, ingenua, terca, parlanchina, soñadora...
Y ¡que! No espera que ningún estúpido príncipe venga a rescatarla, porque ella, esta muy bien en su castillo, sin su príncipe, con su corona, con sus sueños, con sus ilusiones, besando sapos..
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